domingo, 4 de diciembre de 2011

Perú contra la contaminación de las empresas mineras.

"Ustedes no comen oro"

Miles de peruanos se alzan contra un colosal proyecto 

minero de EEUU que pretende secar cuatro lagunas

"He visto un conjunto de lagunas y me dicen que las quieren vender. ¿Ustedes quieren vender su agua?", bramaba Ollanta Humala en plena carrera hacia las elecciones generales peruanas, el 5 de junio de 2011. "Noooooooooooooo", respondían los asistentes al mitin, entregados al candidato de nombre indígena en un pueblo del departamento de Cajamarca. "¿Qué es más importante, el agua o el oro? Porque ustedes no toman oro, no comen oro, pero nosotros tomamos agua, nuestras criaturas toman agua, nuestro ganado toma agua. Y de ahí sale la leche, salen los quesos, sale la riqueza", continuaba Humala, lanzado hacia la presidencia de Perú. "¡El agua para los peruanos!", vociferó como broche, ataviado con un traje tradicional.
Sólo revisando las hemerotecas se entienden los gritos de "¡traidor!" que ahora atruenan en Cajamarca, al pie de los Andes, ante el apoyo gubernamental al proyecto minero Conga. La mayor productora de oro de América Latina, Yanacocha, pretende extenderse y borrar del mapa dos lagunas, Perol y Mala, para sacar oro de sus tripas secas y sepultar otras dos, Azul y Chica, con los residuos de la minería. La Universidad Nacional de Cajamarca, en un comunicado sin precedentes, ha exigido la declaración de "inviabilidad" del proyecto, por su "tamaño colosal", que tendrá "consecuencias incalculables sobre el medio ambiente, la biodiversidad, la salud humana, la agricultura, la ganadería, la cultura y las tecnologías ancestrales". Pero el proyecto, iniciado en 2004 con el presidente Alejandro Toledo, sigue como un rodillo.
"¡El agua para los peruanos!", vendió Humala antes de ganar las elecciones

"Igual de pobres"

El 16 de noviembre, Humala, ya con corbata y en el palacio presidencial, declaraba con solemnidad: "El proyecto Conga es un proyecto importante para Perú". El presupuesto para este plan de Yanacocha, propiedad de la estadounidense Newmont y la peruana Buenaventura, roza los 3.600 millones de euros. Pero a los habitantes de la región les da igual el montante de la inversión. "Cajamarca lleva décadas de explotación minera y sigue igual de pobre", explica Hugo Blanco, líder campesino y protagonista de un levantamiento en 1962 durante la dictadura militar de Ricardo Pérez Godoy.
El giro de 180 grados del nuevo presidente peruano ha disparado un motín en Cajamarca. El gobernador regional y los alcaldes locales han apoyado un paro indefinido para defender el agua hasta lograr la "suspensión definitiva del proyecto". Desde el 24 de noviembre, las escuelas, tiendas y bancos están cerrados. Miles de manifestantes protestan por las calles de una ciudad militarizada y con las carreteras de acceso bloqueadas. Y ya hay decenas de detenidos y de heridos, algunos de ellos por armas de fuego.
La multinacional de EEUU envenenó con mercurio a 900 personas en 2000
Ante el vendaval de protestas, Newmont, con sede en Denver y unas reservas de 92 millones de onzas de oro en todo el mundo, ha emprendido una campaña para lavar su imagen. De momento, el 30 de noviembre, decidió "suspender las actividades" del proyecto Conga, "a exigencia del Supremo Gobierno y en aras de que se restablezcan la tranquilidad y la paz social en Cajamarca". Pero ni el Ejecutivo ni la multinacional minera piensan en retirarlo, como exigen los manifestantes.
Yanacocha asegura que los 1,4 millones de metros cúbicos de agua que desaparecerán con el proyecto se compensarán con la construcción de reservorios con una capacidad de 3,2 millones de metros cúbicos "para la comunidad". Y el ministro del Ambiente, Ricardo Giesecke, ha anunciado que el Gobierno revisará el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) del proyecto "para que se realice en armonía con la naturaleza y con las comunidades campesinas de la zona". El EIA se aprobó en 2010, cuando el presidente peruano era Alan García. El director de Asuntos Ambientales entonces era un exdirectivo de Yanacocha.
"Ollanta Humala continúa la economía de Pizarro, que convirtió Perú en un país minero para conseguir oro y plata para España. Lo que ha cambiado es que ahora nuestro amo no es España, sino las multinacionales", opina el exguerrillero Hugo Blanco, que dirige la revista Lucha Indígena.
El director de Asuntos Ambientales que aprobó el plan era un exdirectivo de la minera
En su comunicado de suspensión temporal, Yanacocha admite que han existido "desentendimientos y enfrentamientos en el pasado" con la población y se compromete a "facilitar el restablecimiento del diálogo y la recuperación de la confianza". Ningún portavoz de la minera ni del Ministerio del Ambiente peruano ha querido responder a las preguntas de este diario.

Escándalos de corrupción

Los "desentendimientos" que menciona Yanacocha son, en realidad, desastres ambientales con miles de afectados y escandalosos casos de corrupción. El 2 de junio de 2000, un camión de la minera volcó y derramó 150 kilogramos de mercurio, contaminando el pueblo de Choropampa y otras aldeas cercanas. Más de 900 personas sufrieron envenenamiento por este metal tóxico.
Yanacocha también es una muestra de los sucios tejemanejes del Gobierno de EEUU para favorecer los intereses de sus empresas por encima de las leyes nacionales, según destapó en su momento el periodista Lowell Bergman, ganador del premio Pulitzer y profesor en la Universidad de California en Berkeley. En 1994, uno de los entonces socios de la mina de oro de Yanacocha, la francesa BRGM, intentó vender su parte a una empresa australiana, rival de Newmont. La multinacional estadounidense llevó a los tribunales a la minera francesa por violar las condiciones de su sociedad y, para asegurarse la victoria, compró los favores del mano derecha del presidente Alberto Fujimori, Vladimiro Montesinos, a sueldo de la CIA e implicado en la creación del escuadrón de la muerte conocido como Grupo Colina.
Incluso un alto funcionario de la Secretaría de Estado para América Latina de EEUU, Peter Romero, llamó a Montesinos para que presionara al juez a favor de Newmont. Finalmente, la multinacional estadounidense ganó el juicio y se llevó una indemnización que, según los cálculos del periodista, superó los 2.000 millones de dólares. El funcionario de EEUU dejó el Gobierno y acabó en nómina de Newmont.

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