martes, 4 de octubre de 2011

Brasil toca el freno..


Brasil crecerá este año menos de la mitad que el pasado

El gigante del sur acusa la crisis global y la debilidad de la industria aunque tiene hoy más margen para recortar tipos y estimular el sector industria


¿Va usted a viajar y está asustado con el dólar? Pruebe con otras monedas y otros destinos". El consejo, publicado el pasado martes en un blog del diario Folha de São Paulo, delata una de las preocupaciones inmediatas de los brasileños por los efectos de la crisis global en su país. En sólo un mes, la moneda estadounidense se ha apreciado en un 18% frente al real. Los turistas del gigante sudamericano pierden poderío y, como en su día los españoles, empiezan a desistir del Give me two ("Póngame dos") cuando van de tiendas en la zona dólar.
El Banco Central confirmó un sensible retroceso en el astronómico gasto de los viajeros brasileños al extranjero: de 1.900 millones de dólares en agosto –mes de plena actividad en Brasil–, a poco más de mil millones en septiembre, según la última estimación.
Se trata de un síntoma significativo dentro de un complejo cuadro de contagio que ya confirma a las claras los temores sugeridos por Dilma Rousseff en agosto: "Brasil no es una isla", dijo entonces y reitera estos días la presidenta brasileña, que hoy se reunirá en Bruselas con los jefes de la UE. Le sobra razón. El emergente sureño sigue dando envidia a los países más desarrollados, pero el fuerte resfriado de Europa y EE.UU. le está haciendo estornudar cada vez más fuerte.
Más números. Después de haber duplicado su PIB en diez años y haber crecido un 7,5% en el 2010, la previsión para el crecimiento del país en el 2011 ha ido bajando hasta situarse en un modesto 3,5%, precisamente por el deterioro del escenario internacional, entre otros motivos. El BC recortó la proyección –en medio punto–, al tiempo que estimó un magro crecimiento del 2,3% en la producción industrial para el ejercicio: casi la mitad del 4,3% que la entidad había previsto en su anterior estimación.
El fantasma de la crisis del 2008 también planea por estas tierras, por mucho que Brasil fuera "el último en entrar en ella y el primero en dejarla atrás", como le gustaba repetir al entonces presidente Lula da Silva. Las comparaciones con aquel momento proliferan de un tiempo a esta parte, casi siempre en sentido negativo.
El viernes, último día de septiembre, la Bolsa de São Paulo marcó "su peor mes desde 2008" –subrayaron los medios–, al dejarse un 7,4%. El índice también cerró su trimestre más negro desde aquel tiempo aciago (-17,5%). La desvalorización acumulada en el año asciende al 24,5%.
Las pérdidas en el mercado de valores tienen mucho que ver con la caída en los precios de las materias primas, asimismo los más bajos desde octubre del 2008 según los analistas locales Y la exportación de commodities –sobre todo a China– es, junto con la reducción de la pobreza y el consiguiente crecimiento de la demanda interna, uno de los factores clave del boom brasileño.
La crisis tiene, con todo, su lado positivo para Brasil. La depreciación del real estimula la exportación (aunque aumenta el coste de la deuda en dólares de las empresas). La reducción de los precios de las materias primas compensa en parte las subidas en los productos importados, lo que no es poco para un país que lucha a brazo partido contra la inflación, ya en el 7,23% interanual cuando la meta para el ejercicio es del 6,5%. La caída de la demanda y la esperable contención de precios permitirían seguir moderando los estratosféricos tipos de interés, cuya tasa básica es del 12%.
Tampoco hay que olvidar las reservas de 350.000 millones de dólares con las que cuenta el gigante latinoamericano, que hoy es acreedor neto del FMI.
Brasil no es el único BRIC que estornuda con la crisis. En China, además de la menor demanda externa preocupa la inflación, del 6,2%. Como en India (9,78%), cuyos altos tipos de interés pueden frenar el crecimiento. En Rusia, el alza de precios y los bajos salarios han disparado las tasas de pobreza. Nadie está salvo del frío que viene del norte.
Todas las economías se hallan interconectadas en un mercado global sin fronteras, se puede limitar la crisis interior evitando que recaiga sólo encima de las clases medias y bajas, sobretodo son las primeras quienes van a notar más la crisis, pues son quienes han visto aumentar su proporción y capacidad económica. La situación de penuria de las clases bajas ha sido aplacada estos últimos años, pero no tanto como para que una crisis ocasione una caida demasiado grande. Sólo las políticas económicas interiores de contención y equilibrio pueden sortear la gravedad de la situación global.

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