sábado, 1 de octubre de 2011

El canto y la muerte de Jara todavía retumban..


Juez investiga a ex alumnos de colegio de Vitacura por muerte de Víctor Jara

Alejandro Madrid busca dar con la identidad del militar apodado "El Príncipe", quien es sindicado como la persona que dio la orden para matar al artista



El juez Alejandro Madrid, que investiga el asesinato del cantautor Víctor Jara tras el golpe militar de 1973, busca identificar entre los ex alumnos del colegio Saint George al oficial militar apodado "El Príncipe", quien es sindicado como la persona que entregó la orden para matar al artista y que luego lo habría rematado. 
Así lo aseguran fuentes ligadas al caso, que precisaron que el juez entregó órdenes específicas a una unidad especializada de detectives que trabaja en el esclarecimiento del crimen del cantante.
La pista que conduce al colegio Saint George se remonta al año 1969 y a unos incidentes ocurridos a raíz de una actuación de Jara en dicho centro, donde fue golpeado por algunos alumnos por haber cantado una canción, "Preguntas por Puerto Montt", en la que el cantautor denuncia una matanza de civiles por parte de la policía. 
En esa canción, Jara culpa de la masacre de Puerto Montt al entonces ministro del Interior del presidente Eduardo Frei Montalva, Edmundo Pérez Zújovic, uno de cuyos hijos era alumno del Saint George cuando tuvo lugar el recital. 
Según han declarado algunos testigos en el proceso, cuando Víctor Jara llegó detenido el 12 de septiembre de 1973 al estadio Chile, fue recibido por el oficial apodado "El Príncipe", que lo torturó diciéndole que se tomaba "venganza" por los insultos al ministro Edmundo Pérez realizados en el Saint George. 
Otros testigos han señalado que "El Príncipe", cuyas identidad no se ha podido determinar, ordenó a unos soldados que dispararan a Jara y luego él lo remató. Durante la investigación judicial han surgido algunos sospechosos de haber sido "El Príncipe", pero hasta ahora no se han reunido pruebas suficientes para inculpar a alguno de ellos. 
Víctor Jara fue detenido al día siguiente del golpe en la entonces llamada Universidad Técnica del Estado, actual Usach de la que era funcionario, para luego ser conducido al Estadio Chile, donde fue sometido a torturas según testimonios de sobrevivientes. El cadáver de Jara, con casi 40 impactos de bala, fue abandonado en la calle el 17 de septiembre e identificado en el Servicio Médico Legal por su viuda, Joan Turner, la única persona que además acompañó su funeral, en el Cementerio General.

A Victor Jara le tenían ganas, muchas ganas por varios motivos, el primero de ellos su compromiso firme y valeroso contra la injusticia, la denuncia sin cortapisas en sus canciones contra determinados sectores de la sociedad chilena. Una sociedad que no estuvo, ni esta acontumbrada a decir las cosas por su nombre, donde se utilizan siempre rodeos y subterfugios para evitar conflictos o declaración de negatividades.
Jara señaló con su voz, incluso nombres propios, es famosa aquella vez que alguien de clase alta lo abofeteó en pleno escenario por culpar a su padre de una matanza, hablo de Pérez Zújovic.
Pero hay otra cosa que transpiraba un odio brutal en el asesinato de Jara, 40 balazos no son sólo para matar una persona, son para matar una sociedad. Odio al pobre, al humilde que tiene las agallas de convertirse en persona con derechos, que exige un lugar justo bajo el sol. Que consigue inciar el camino de transformación hacia una sociedad más justa y equitativa. 
Víctor Jara era comunista declarado, pero más allá de su etiqueta política, molestaba su origen, su mestizaje, su voz reclamando el fin de un poder hasta cierto punto racial. Por eso, en la América Latina se podía escuchar: Como va a venir este medio-indio a decirnos a nosotros, con tanta casta, historia, ascendencia y poder como tenemos, lo que es justo o  no para el país. 
Y no es importante si el ejecutor fué otro "mestizo", peor es todavía quién odia una parte de si mismo, más rabioso es.
Esas cosas no son del pasado, porque yo he escuchado un calificativo como este en La Paz, Bolivia respecto a Evo Morales: "Ese maldito indio que nos gobierna".
Por eso detener y juzgar a los asesinos de Victor Jara, no sólo es hacer justicia con él y con su viuda, es hacer justicia con todas las víctimas del poder prepotente, clasista y racista de Latinoamérica.








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